4 Maneras de incrementar el valor de una empresa

El objetivo de cualquier directivo es incrementar el valor de su empresa. O al menos mantenerlo.  Para ello es necesario, además de una buena gestión del día a día, una estrategia empresarial bien pensada, una estructura funcional y unos procesos bien ejecutados.  En este artículo, mostramos las formas de aumentar el valor de una empresa con medidas específicas.

Escribimos hace algún tiempo sobre el incremento del valor de la propiedad. Si te interesa este tema, aquí tienes nuestro artículo sobre la Amortización de una Propiedad. Ahora, te explicamos cómo incrementar el valor de una empresa con la ayuda de cuatro medidas financieras muy concretas.

1. ¡Concéntrate en los últimos tres años antes de la venta!

¿Por qué es tan importante, como empresario vendedor, centrarse en los datos financieros de los últimos tres años antes de una venta prevista? La respuesta es obvia.  Por un lado, constituyen la base de la valoración de la empresa y, por otro, estas cifras suelen ser objeto de una estricta diligencia por parte de los auditores y otros asesores como parte esencial del proceso de venta.

De este modo, se evitarán muchos errores que pueden llevar a un precio de venta a la baja o a riesgos de responsabilidad y disputas legales post venta. Sobre todo si se han obviado ciertos riesgos y, en tu caso, se ha descuidado la provisión de riesgos en los libros.

Las cifras de los 3 últimos años, clave para la Valoración de Empresas

Por regla general, en la valoración de una empresa se tienen en cuenta las cifras financieras de los tres últimos años.  Si se parte de una valoración de la empresa según los valores de los beneficios o los flujos de caja descontados, se proyecta un cálculo de planificación de otros 3 a 7 años en el futuro sobre la base de estos 3 años y se añade la perpetuidad.

Eso sucede también en otros métodos, por ejemplo, en el del multiplicador y el método simplificado del valor de los beneficios capitalizados, en el que además influye la fiscalidad. En ambos casos, se utilizan los últimos 3 años para suavizar o confirmar una tendencia.

2. Desvincular la empresa de lo privado

La contabilidad de una empresa no orientada al mercado de capitales suele conllevar motivos privados. A menudo el objetivo es minimizar los impuestos trasladando gastos al ámbito empresarial.

Evitar los acuerdos fiscales

Para una gran mayoría de empresarios, la primera conversación sobre la posibilidad de una venta de empresa, es con un asesor fiscal, y eso es algo positivo. Hay que conocer las consecuencias del impuesto sobre la renta y, si procede, las del impuesto sobre sucesiones. Normalmente es también el asesor fiscal quien se ocupa de la contabilidad y prepara los estados financieros anuales, los análisis de la empresa, etc.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el asesor fiscal tiene que cambiar su perspectiva en el caso de una venta. Hasta ahora, su único objetivo ha sido mantener la carga fiscal para la empresa lo más baja posible y el resultado menor dentro del marco de las posibilidades que ofrece la legislación fiscal.

Pero en caso de una posible venta de la empresa, esto mismo, puede ser contraproducente, porque disminuirá su valor al evitar mostrar su verdadero potencial en forma de números reales. Empresarialmente, a la práctica y gracias a un cierto limbo administrativo, reducir la carga fiscal, puede traducir en apaños, como por ejemplo:

  • Activos fijos que se declaran como bienes de la empresa (coches, muebles, televisores, etc.) pero que se utilizan de forma privada.
  • Miembros de la familia que trabajan para la empresa, que sólo pueden ser empleados en la medida de su asignación fiscal o que no reciben una remuneración acorde con el mercado en comparación con las personas no vinculadas a la propiedad.
  • Pagos excesivos por el alquiler de un inmueble o edificio de propiedad privada.
  • Contratos de consultoría para antiguos accionistas u otras personas vinculadas.
  • Gastos de representación en comidas privadas.

La lista puede ser interminable. Por lo tanto, en el primer año, conviene desvincular de la empresa las acciones estructurales tomadas por razones puramente fiscales. Hay que comprobar muy cuidadosamente cuáles son estas acciones pensando también en los riesgos de una hipotética auditoría fiscal.

A menudo, esto formará parte de un paquete de garantías en el contexto de la venta, cuyo riesgo, por lo general, sigue asumiendo el vendedor. Es imprescindible ser siempre consciente en primer término de dónde está la estructuración fiscal y cómo será la imagen de la empresa en el plano económico. Cualquier mejora en los resultados acabará por aumentar el valor de la empresa.

Salario y riesgos empresariales

La desvinculación entre lo privado y lo empresarial también puede ir en otra dirección. Por ejemplo, cuando una empresa ha dejado de funcionar, puede suceder que carezcan de fondos para los salarios. En este caso, además del propio empresario, otros miembros de la familia suelen trabajar sin percibir un salario oficialmente y sin que su esfuerzo sea recompensado o visible. 

En este caso, el resultado contable se presenta mejor de lo que es en realidad, ya que el importe de salarios, si los hay, se evita como coste.  Por tanto, el riesgo recae en el comprador para descubrir este tipo de tejemaneje dentro de la estructura de la empresa vendedora.

Otro caso incluso más frecuente, sería que los riesgos no se tengan en cuenta o no se reflejan suficientemente en los libros contables y, por lo tanto, alberguen considerables riesgos de responsabilidad si no se descubren. Si salen a la luz en el curso de la diligencia debida, a menudo surgen discusiones que pueden impedir el acuerdo.

3. ¡La contabilidad, en orden!

Como hemos explicado, el marco financiero de la empresa se somete a un examen durante el proceso de venta, es la llamada diligencia debida financiera. Así que, para excluir posibles factores que reduzcan el valor de la empresa y transmitir una buena impresión general, hay que tener la contabilidad bajo control. Sin embargo, aquí suelen aparecer algunos errores contables comunes, que un auditor cuidadoso seguro que encontrará, por ejemplo:

  • Los deudores comerciales tienen importantes saldos que ya han prescrito y legalmente son irrecuperables, y hasta el momento no se ha hecho ninguna corrección de valor.
  • Lo mismo ocurre con las existencias. Las existencias antiguas y los artículos de movimiento lento se valoran demasiado en los libros. Hay que tener en cuenta la valoración, sobre todo en el caso de los activos inventariados y aprovechar el próximo inventario para realizar las correcciones de valor que sean necesarias.
  • Hay que deshacerse de los activos fijos en desuso y racionalizar así su cantidad.
  • Las cuentas por pagar y las cuentas por cobrar también pueden cancelarse una vez que ha prescrito una deuda, siempre y cuando no exista una obligación real en contra.
  • Las acumulaciones y los aplazamientos de cualquier tipo faltan por completo o no se han anulado correctamente. En este caso, pueden producirse gastos elevados, por ejemplo por la omisión de periodificaciones de los derechos de vacaciones, horas extraordinarias de los empleados, etc.
  • La diligencia debida del vendedor, es decir, un examen de las cifras antes de la venta, es una buena solución en estos casos.

Es siempre aconsejable elegir un auditor independiente ajeno a la contabilidad de la empresa, para una mayor neutralidad. 

4. Hacer un inventario de riesgos

Los riesgos que se descubren en el curso de la diligencia debida son siempre motivo de una reducción del precio de compra por parte del comprador.  Los riesgos encubiertos que se descubren más tarde, pueden dar lugar a reclamaciones de alto recurso en virtud de las garantías ofrecidas por el vendedor, hecho muy comprensible porque un comprador potencial, no quiere adquirir ninguna «carga heredada».

Las valoraciones incorrectas pueden salir muy caras. El error más frecuente en los estados financieros anuales de derecho mercantil y fiscal es evitar tener en cuenta los riesgos en forma de provisiones. Las provisiones son pasivos inciertos en cuanto a su importe o razón.

Pueden ser riesgos de varios tipos , por ejemplo, responsabilidad por productos, litigios en curso, pero también obligaciones de contaminación del suelo o de demolición de locales alquilados, etc. Por tanto, es esencial conocer estos casos en el marco de un inventario de riesgos y evaluarlos en función de la probabilidad de que ocurran y para qué uso.

Conclusión

A la hora de evaluar el valor de la empresa, recordemos lo más importante:

  • Concentrarse en los últimos tres años anteriores a la venta, ya que constituyen la base de su valoración y suelen ser objeto de una diligencia debida.
  • Desvincular lo privado de lo empresarial y cambiar la perspectiva: pasar de una perspectiva fiscal a una económica.
  • Limpiar la contabilidad y hacer un inventario de riesgos. 
  • Recurrir a auditores externos que no hayan intervenido en la contabilidad de la empresa que tengan una visión clara del objetivo y presten apoyo desde una posición neutra.

Con estas 4 medidas, se puede estar bien preparado para la diligencia financiera y las negociaciones ante cualquier venta. Si necesitas asesoramiento sobre este tema, contacta por correo electrónico o por teléfono con nuestros asesores fiscales en Barcelona.

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